martes, 24 de septiembre de 2013

Semblanza Alejandra Pizarnik

La poetisa que escribió la muerte


¿Cómo invocar a Pizarnik en una tarde fría y de invierno? ¿Será posible revivirla a través de mis lecturas?

Los años han pasado y ella se niega a ser olvidada, su memoria ronda aún por las calles del mundo. No quiere ser enterrada, renace cada que una persona toma uno de sus libros, lee uno de sus diarios o declama uno de sus poemas. Ella está hoy aquí, conmigo.


Rápida, fugaz, intocable, impenetrable, así es Alejandra Pizarnik la joven poetisa argentina que puso fin a la carrera vertiginosa de su vida el 25 de septiembre de 1972 con apenas 36 años de edad.Esta parte no la quiero analizar, no me interesa refutar su decisión de suicidio, es más, me parece que ese era su destino irrevocable. Un lindo y seductor desenlace.

Ella no nació con la palabra VIDA en su léxico, por el contrario la muerte la deducía día tras día, era la muerte en cada uno de sus poemas, en sus textos, en su conducta. En su existencia.


“Alguna vez                     
                      Alguna vez tal vez

Me iré sin quedarme
                      Me iré como quien se va”

Muerte, tristeza, amor, hedonismo. Alejandra es el punto aparte de los poetas con y sin vida. Alejandra no llora, escribe.

"Cold in hand blues

Y qué es lo que vas a decir
Voy a decir solamente algoY qué es lo que vas a hacer
Voy a ocultarme en el lenguaje
Y por qué
Tengo miedo"

Durante sus 36 años Alejandra tuvo problemas o trastornos mentales, estos la acompañaron hasta el día de su muerte.


¿Estaba loca? ¡Por supuesto que sí! Hay que estar loco para escribir, para hundirse en los pestilentes fangos de la literatura. Hay que tener un problema mental bien grande para atreverse a hacer del lenguaje un modo de vida.

Los de lo oculto


“…Para que las palabras no me basten es preciso

alguna muerte en el corazón.
La luz del lenguaje me cubre como una música…


Ella, la poetisa del silencio.
Ella la mujer con mirada intranquila,ella no era,
ella no es,
ella no será.
¿Habrá sido un sueño su vida? ¿Habrá sido la noche? ¿El día? ¿La felicidad o la tristeza? Alejandra es un interrogante indestructible.

“Tal vez la noche sea la vida y el sol la muerte

Tal vez las palabras sean lo único que existe
En el enorme vacío de los siglos
que nos arañan el alma con sus recuerdos

Alguna vez volveremos a ser”



Alejandra es ahora más que una poetisa, es un ser que se muestra eternamente enigmático ante mis fallidas investigaciones (si es que así se le puede llamar al hecho de intentar entender su conducta melancólica).


Su dolor es mi dolor,
Su palabra es mi palabra
Sus miedos son mis miedos,
Su ser, sus pensamientos
Esos, no le pertenecen a nadie.


Evocarla ahora es querer llorar. A veces me siento muy Pizarnik, me siento un poco “mujer con fotografías a baja exposición y un cigarrillo en la mano”, quizás esta es la principal razón de haberla elegido a ella entre tantos otros poetas y escritores.


Me empeño en buscarle una explicación sensata a su vida, pero nada en ella lo es. No debo mostrar a esta mujer como cualquier otra de su época, Alejandra me abruma con su temprana razón. Me cohíbe, me lleva a volar de la mano de su surrealismo. No quiero jugar con su pasado porque temo que ese sea mi futuro.


"25 de julio

Esta creencia mía de que escribiendo veré una señal, algo con que seguir. Nostalgia pura, en estado de pureza apremiante. El viento feroz, la cueva de arpías que me remite a mi llamada de cada día."



Alejandra, ¿Por qué no Flora? Su nombre original me transmite vida. Flora como la naturaleza; el bosque y el jardín del que tanto habla en sus poemas. Flora como la vida que se impone para crear otra vida. Flora como lo perturbable, lo fascinante, lo lleno de misterio acechante. Alejandra por el contrario y a pesar de ser un nombre tan común y corriente por estos días, me hace pensar en el silencio, en la soledad. Alejandra, ¡Que nombre tan seco! Carece de sonido, es como una de esas palabras mudas. A lo mejor por eso lo escogió, porque era un nombre banal y que pasaría inadvertido.


¡Vaya mezcla!
La vida y la muerte
La música y el silencio
Lo fascinante y lo oscuro
Flora y Alejandra.

Amarilla.

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